viernes, 6 de febrero de 2009

EDWARD HOPPER Y EL OCASO DEL SUEÑO AMERICANO Por Adolfo Vásquez Rocca

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Edward Hopper
Stairway at 48 rue de Lille, Paris 1906
Oil on wood
33 x 23.5 cm


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Pontificia Universidad Católica de Valparaíso - Universidad Complutense de Madrid


Tras el creciente interés concitado por la pintura de Edward Hopper –quien ha sido elevado a la categoría del artista norteamericano más representativo del siglo XX– cabe preguntarse por las causas de este fenómeno, más aún cuando Hopper como artista no fue nunca un revolucionario: ni en su técnica pictórica, ni en su lenguaje artístico, ni, tampoco, en la elaboración intelectual que se hallaba tras sus telas. Hopper fue más bien un conservador, incluso un reaccionario ; el concepto aplicado a su pintura, american scene painting, refleja a la perfección su mundo: un universo en el que no tenían cabida las rupturas de la abstracción y las inquietudes vanguardistas de la pintura europea. Sin embargo, aunque Hopper no lo supiese, lo que pintaba era un mundo sin salida, donde sus habitantes estaban atrapados. Todos sus cuadros parecen encerrarse en una impotencia tranquila, resignada, que fluye desde el rostro de las figuras solitarias o se disemina por las escenas urbanas.

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Nighthawks Halcones de la noche, 1942


A nivel técnico, las composiciones espaciales son limpias y claras, la geometría ordena las pinturas de Hopper. Son cuadros de pocos elementos tratados con gran sencillez, los colores son planos (no están gradados) y las líneas arquitectónicas son un recurso frecuente utilizado para subrayar la soledad y el carácter desvalido del ser humano.

Edward Hopper, Hotel by a Railroad, 1952

Edward Hopper
Hotel by a Railroad 1952
© Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Smithsonian Institution, Washington DC; Gift of the Joseph H Hirshhorn Foundation
Oil on canvas
79.4 x 101.9 cm

En Drug Store, de 1927, vemos una farmacia, un almacén, en una esquina. Es de noche, y el establecimiento está iluminado por unas lámparas en el porche, y por las luces del escaparate. Se adivinan las sombras de la calle. La quietud rompe el color del aparador. No hay nadie, todo está vacío. Hopper nos muestra la América de la gran depresión, y, después, la del triunfo del capitalismo, pintando, sin saberlo, el hombre sin atributos, el ciudadano sin sueños, el ser humano sin horizontes, atado al tedio infinito que sienten esos dos bañistas recogidos en Sea Watchers. Esos “Halcones de la noche” que pintaba Hopper en Nighthawks, esos noctámbulos, son unos náufragos perdidos, ensimismados, refugiados en su propia soledad, en su impotencia vital, que soportan una condena más dura que su aislamiento, pese a que los veamos a veces en sus estancias soleadas, pese a la alegría aparente que se asoma por las ventanas. Hopper quería pintarse a sí mismo, pero nos enseñó, sin pretenderlo, la putrefacción del capitalismo, el sueño americano encerrado en un frío restaurante o en una sórdida habitación de hotel.

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En la obra de Hopper se deja entrever una profunda soledad, las inclinaciones thanáticas que yacen debajo del optimismo americano; la decrepitud del capitalismo tardío, el pesimismo postmoderno ha decretado la muerte de toda tentación de cambio social, de la idea misma de progreso. Hopper es un lúcido testigo de la gran Depresión, el primer pintor americano en retratarla. El texto que constituye el prólogo natural de estas pinturas no es otro que el de Herman Melville, las primeras páginas de Moby Dick: “Apostados como centinelas silenciosos en toda la ciudad, permanecen inmóviles en la contemplación oceánica…Pero son todos terrestres; de día, encerrados entre madera y argamasa, atados a mostradores, clavados a los bancos, ligados a las mesas. ¿Cómo es esto? ¿Han desaparecido los campos verdes?”.

Early sunday morning. Temprano, un domingo por la mañana, 1930

Así, Edward Hopper es el primer pintor norteamericano en contraponer al regionalismo sentimentalista de los años ’30 el realismo de calles vacías, de casas solitarias, de ciudades anónimas, de gasolineras abandonadas. De los perfiles velados por la melancolía y el clima, de la así llamada “American Scene”, fría e impersonal, como si el lienzo fuera el registro agujereado por la descarga a quemarropa de dos gangsters al amanecer.

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Adolfo Vásquez Rocca

Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México. – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM. Ha publicado recientemente el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.


Referencia:

Vásquez Rocca, Adolfo, "Edward Hopper y el ocaso del sueño americano", En HETEROGÉNESIS Nº 50-51 [SWEDISH-SPANISH] _ Revista de arte contemporáneo. TIDSKRIFT FÖR SAMTIDSKONST
http://www.heterogenesis.se/Ensayos/Vasquez/Vasquez2.htm




Adolfo Vásquez Rocca

| E-mail: adolfovrocca@gmail.com

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